¡Diablos de Músicos!
Antiguamente no sólo se condenaba a la música en sus
intervalos o en sus escalas, también se hacía sobre los instrumentos musicales
y los intérpretes, y no sólo lo hacía la Iglesia, también lo hacía el público.
Muchos son los instrumentos relacionados con el
diablo, pero tal vez el favorito en la edad antigua era la flauta que se
asociaba con Mercurio lo que le daba un simbolismo alquímico. En el siglo IV
uno de los padres de la Iglesia describió este instrumento como el símbolo de
la serpiente, el portavoz del diablo. Se considera que los movimientos del
instrumentista correspondían a las torsiones del diablo. En el folclore de
otros países como Francia, Italia o Irlanda el diablo está asociado al violín, al arpa, y a la cítara.
Mucho antes de la conocida leyenda del pacto con el
diablo de Robert Johnson hubieron
otros músicos que cargaron con ese mito, como Giuseppe Tartini (1692-1770).
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Giuseppe Tartini |
Al parecer, en 1710 el músico tuvo que recluirse en el
Convento de San Francisco de Asís huyendo de un Cardenal despechado por haberle
robado a su amante. Mientras estuvo allí recluido comenzó sus estudios de
violín y una noche le sucedió un hecho sorprendente que él mismo relataría poco tiempo después:
“Una noche soñé que había hecho un pacto con el diablo a cambio de mi
alma. Todo salió como yo deseaba: mi nuevo sirviente anticipó todos mis deseos.
Entre otras cosas, le di mi violín para ver si podía tocar.
¡Cuán grande fue mi asombro al oír una sonata tan maravillosa y tan
hermosa, interpretada con tanto arte e inteligencia,(…) …cuando desperté, inmediatamente
tomé mi violín con el fin de retener, al menos una parte, la impresión de mi
sueño. ¡En vano! La música que en ese momento compuse es sin duda la mejor que
he escrito, pero la diferencia entre ella y aquella que me conmovió es tan
grande que habría destruido mi instrumento y habría dicho adiós a la música
para siempre…”.
Efectivamente compuso una de las obras más complejas
para violín y que cambió la forma de interpretación de este instrumento en
aquella época. La pieza era el trino del diablo y le dio fama
definitiva durante muchos años siendo considerado uno de los mejores
violinistas y compositor de su tiempo. Hoy día está considerada como una pieza de estudio de difícil ejecución. Como dato curioso añadir también que Tartini tan sólo llevaba dos años de estudio de este instrumento aunque tenía desde niño conocimientos básicos de música y que cuando compuso de un tirón El Trino del Diablo, tan sólo contaba con veinte años.
El siguiente intérprete al que se le atribuía otro
pacto con el diablo, e incluso se decía que era hijo del mismo demonio, fue Niccolo Paganini,
violinista del siglo XIX.
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Niccolo Paganini |
Era un personaje alto, flaco, con las manos que
parecían llegarle hasta las rodillas, cara pálida y cadavérica, consumido por
la sífilis, larga melena, de trajes deshilvanados, en jirones muchas veces. Se
dice que fue capaz de tocar una sonata entera con una sola cuerda del violín.
Entre sus apuntes había extrañas anotaciones con insistencia en el número 13.
Se piensa que era una técnica que tenía para apartar tres cuerdas de las cuatro que tiene el violín y tocar sobre
una para apoyarse en las otras tres en momentos determinados haciendo efecto de
que sonaban varios violines a la vez.
Tenía fama de mujeriego y jugador. Cuando falleció su cuerpo no fue enterrado en campo santo por negación de la Iglesia, tal era la fama que había en torno a su persona de que su talento se había forjado en un posible pacto con el demonio que su cuerpo reposó durante años dentro de un ataúd en un sótano.
También veían la mano del diablo en los instrumentos que realizaban determinados lutieres por su grado de perfeccionamiento y calidad sonora como fueron los casos de Jacob Stainer (de la escuela alemana de laudería del s. XVII), acusado de haber vendido su alma al diablo, murió en condiciones infrahumanas y con la salud mental poco estable.
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