domingo, 29 de marzo de 2015

Me and the devil blues. La magia negra en la música blues (3ª parte)





El Origen de las leyendas en el blues


Y entonces el diablo viajó al Nuevo Mundo y encontró un gran campo de cultivo en las nuevas músicas que allí hacían los hombres esclavizados, esas canciones que con el tiempo recibirían el nombre de blues.
Devil's got the blues. Loonie Johnson
Muchas canciones de  blues, así como sus intérpretes, están repletas de leyendas y mitos, de magia negra y conjuros maléficos. Durante los años 20 y 30 hubo un marcado desarrollo del blues rural, pero pocos prestaban atención a las contribuciones culturales afroamericanas, siendo la brujería uno de los tópicos más tratados.
El músico, compositor y autor Ed Morales ha señalado la influencia de la mitología yoruba en la primera época de la música blues americana, para ello citó a Robert Johnson en su “Crossroads Blues” cuando entrevé una dedicatoria velada a Eleggua, la orishá responsable de los cruces de caminos.
Según los yorubas Elegua (o también conocido como Ligua, Liwaa, Legua) es el dueño de los caminos y el destino, es el que abre o cierra el camino a la felicidad; es muy travieso y su nombre significa "el  príncipe mensajero".

La Mitología Yoruba

La mitología yoruba procede de África y es una parte del complejo de mitos, canciones, historias y otros conceptos culturales que conforman la sociedad y la religión yoruba, una religión además rica y compleja. Los yoruba constituyen un gran grupo etno-lingüístico del oeste africano, principalmente de Nigeria y Benín.
Las deidades yorubas se llaman Orishas, que significa literalmente “dueños de la cabeza”. Se cree que los Orishas alguna vez fueron humanos, derivándose de allí muchos Pattakies (historias o relatos) en la Tierra, y que luego de su muerte pasaron al cielo donde viven junto a Olofi (Dios). Son muchas las deidades de este panteón, se conoce que existen poco más de 400 orishas. Todos ellos avocados a traer estabilidad y firmeza.
Además de los Orishas, los yorubas tienen otras entidades como el Egbere, un espíritu malévolo que habita en los bosques y solamente se le ve por la noche.
Las creencias religiosas de los yorubas fueron las más populares entre las expresiones espirituales de las poblaciones africanas de América debido a que un gran número de ellos fueron capturados y vendidos como esclavos. Durante el periodo de esclavitud, ocultaron en un sincretismo religioso su culto, para que sus amos no los castigaran, ya que tenían prohibido ejercer su religión (considerada diabólica por los conquistadores)
Estas creencias se combinaron con otros cultos africanos, el cristianismo, la mitología americana nativa y el espiritismo kardecista* creando diversas manifestaciones:
La Santería, el Lukumí en Cuba.
El Candomblé y el Batuque en Brasil.
El Oyotunji en EE.UU.
El Vodún (Vudú), fue fundado por esclavos de diferentes grupos étnicos pero posee muchos elementos derivados de la mitología yoruba, se expandió mucho por Haití.
*Los kardecistas eran los seguidores de la doctrina llamada espiritismo y que difundió Allan Kardec, pedagogo y escritor francés que vivió a mediados del siglo XIX. Esta doctrina mantenía que los espíritus –seres sin cuerpo material- pueden entrar en contacto con los seres humanos.

Crossroads Blues. Robert Johnson

domingo, 15 de marzo de 2015

Me and the devil blues. La magia negra en la música blues (2ª parte)






¡Diablos de Músicos!



Antiguamente no sólo se condenaba a la música en sus intervalos o en sus escalas, también se hacía sobre los instrumentos musicales y los intérpretes, y no sólo lo hacía la Iglesia, también lo hacía el público.

Muchos son los instrumentos relacionados con el diablo, pero tal vez el favorito en la edad antigua era la flauta que se asociaba con Mercurio lo que le daba un simbolismo alquímico. En el siglo IV uno de los padres de la Iglesia describió este instrumento como el símbolo de la serpiente, el portavoz del diablo. Se considera que los movimientos del instrumentista correspondían a las torsiones del diablo. En el folclore de otros países como Francia, Italia o Irlanda el diablo está asociado al violín, al arpa, y a la cítara.
Mucho antes de la conocida leyenda del pacto con el diablo de Robert Johnson hubieron otros músicos que cargaron con ese mito, como Giuseppe Tartini (1692-1770). 
Giuseppe Tartini

Al parecer, en 1710 el músico tuvo que recluirse en el Convento de San Francisco de Asís huyendo de un Cardenal despechado por haberle robado a su amante. Mientras estuvo allí recluido comenzó sus estudios de violín y una noche le sucedió un hecho sorprendente que él mismo relataría poco tiempo después:

“Una noche soñé que había hecho un pacto con el diablo a cambio de mi alma. Todo salió como yo deseaba: mi nuevo sirviente anticipó todos mis deseos. Entre otras cosas, le di mi violín para ver si podía tocar.

¡Cuán grande fue mi asombro al oír una sonata tan maravillosa y tan hermosa, interpretada con tanto arte e inteligencia,(…) …cuando desperté, inmediatamente tomé mi violín con el fin de retener, al menos una parte, la impresión de mi sueño. ¡En vano! La música que en ese momento compuse es sin duda la mejor que he escrito, pero la diferencia entre ella y aquella que me conmovió es tan grande que habría destruido mi instrumento y habría dicho adiós a la música para siempre…”.
Efectivamente compuso una de las obras más complejas para violín y que cambió la forma de interpretación de este instrumento en aquella época. La pieza era el trino del diablo y le dio fama definitiva durante muchos años siendo considerado uno de los mejores violinistas y compositor de su tiempo. Hoy día está considerada como una pieza de estudio de difícil ejecución. Como dato curioso añadir también que Tartini tan sólo llevaba dos años de estudio de este instrumento aunque tenía desde niño conocimientos básicos de música y que cuando compuso de un tirón El Trino del Diablo, tan sólo contaba con veinte años.

El siguiente intérprete al que se le atribuía otro pacto con el diablo, e incluso se decía que era hijo del mismo demonio, fue Niccolo Paganini, violinista del siglo XIX. 
Niccolo Paganini

Era un personaje alto, flaco, con las manos que parecían llegarle hasta las rodillas, cara pálida y cadavérica, consumido por la sífilis, larga melena, de trajes deshilvanados, en jirones muchas veces. Se dice que fue capaz de tocar una sonata entera con una sola cuerda del violín. Entre sus apuntes había extrañas anotaciones con insistencia en el número 13. Se piensa que era una técnica que tenía para apartar tres cuerdas de las cuatro que tiene el violín y tocar sobre una para apoyarse en las otras tres en momentos determinados haciendo efecto de que sonaban varios violines a la vez.


Tenía fama de mujeriego y jugador. Cuando falleció su cuerpo no fue enterrado en campo santo por negación de la Iglesia, tal era la fama que había en torno a su persona de que su talento se había forjado en un posible pacto con el demonio que su cuerpo reposó durante años dentro de un ataúd en un sótano.

También veían la mano del diablo en los instrumentos que realizaban determinados lutieres por su grado de perfeccionamiento y calidad sonora como fueron los casos de Jacob Stainer (de la escuela alemana de laudería del s. XVII), acusado de haber vendido su alma al diablo, murió en condiciones infrahumanas y con la salud mental poco estable. 




domingo, 8 de marzo de 2015

Me and the devil blues. La magia negra en la música blues. (1ª parte)

Me and the devil blues.



El diablo en la música



Cuando hoy día se habla de música satánica o demoníaca se suelen nombrar a grupos de rock o heavy metal. Nos muestran unos grupos cuya pose es retadora y amenazante, los más duros y oscuros músicos del lugar, pero hace años esa etiqueta, lejos de ser comercial, se la impusieron a los músicos de blues. En sus inicios el blues ya había sido objeto de persecución que consideraba aquella música como peligrosa para la moral blanca, anglosajona y protestante norteamericana (wasp). Pero, ¿de dónde surge la costumbre de demonizar la música que escapa a unos estereotipos académicos o unas modas imperantes en determinadas sociedades a lo largo de la historia?

Sabemos que la música provoca una reacción en nuestros sentimientos y en nuestro estado de ánimo. De hecho existen múltiples trabajos en musicología, psicología y neurología que han estudiado el comportamiento de nuestro cerebro y nuestro estado de ánimo al escuchar música y hasta se estudia su posible aplicación como terapia para personas con daños cerebrales o discapacidad intelectual.

Seguramente en la prehistoria los hombres atribuirían a la música un poder mágico y espiritual y por ello la interpretarían chamanes o hechiceros; de hecho, en Mesopotamia los músicos eran tan importantes que se les perdonaba la vida tras ser capturados en una batalla, eran después de los reyes y sacerdotes las personas más influyentes de la sociedad. Tal vez este hecho nos sorprenda, en la actualidad tenemos unas reglas establecidas en la interpretación de la música y podemos escuchar música en cualquier ocasión y lugar, cualquier soporte o aparato dispone de música. Antiguamente el músico se valía de su intuición y su memoria para la interpretación y cuanto más diestro fuera más respetado era; la música era empleada para ocasiones especiales.

Los griegos dieron una explicación más racional a la música, dotando a esta de proporciones matemáticas. De ellos procede la palabra música, que significa el arte de las musas y que como tal lo describían como el arte de organizar sensible y lógicamente una combinación coherente de sonidos y silencios y en el que intervenían complejos procesos psico-anímicos. El filósofo Platón otorgaba a cada escala griega (llamados modos y que recibían el nombre de los distintos pueblos griegos) un estado anímico y un carácter.


Pero con la aparición de la Iglesia se nos fue la diversión. Durante la Edad Media la Iglesia se preguntó por la validez de la música para cantar a Dios, siendo la música un productor de placer e incitador al baile. Un ejemplo lo tenemos en la escala que actualmente conocemos como escala mayor y que se deriva del modo jónico de los griegos, la desaprobó rotundamente condenándola como “Modus lascivus”, y se empleaba principalmente en canciones y bailes populares. Hasta el siglo XVI, cuando se establecieron las leyes de la armonía, no dio el visto bueno la iglesia para su uso.

Guido de Arezzo

Fue el monje benedictino Guido de Arezzo el que desarrolló en la Edad Media la escala diatónica, mejoró la escritura musical, que repercutiría en los futuros pentagramas y creó el sistema de entonación que conocemos como solfeo. Lo que es menos conocido de su labor es que durante la gran reforma de la notación musical, guardó una información que la iglesia consideró que debía ocultarse. Un acorde que generaba tal disonancia que perturbaba al oyente, cuya naturaleza movía el pensamiento hacia lo impuro y por tanto debía de ser obra del mismísimo diablo. La Iglesia consideraba que el diablo se infiltra en la música en los sonidos discordantes o extremos como el intervalo de cuarta aumentada o quinta disminuida llamado tritono, que abarca tres tonos enteros, el de armonía más dura, siendo prohibido bajo la denominación de “diabolus en música o “mi contra fa” y su interpretación era duramente castigada, como cualquier otra invocación al maligno.




Durante toda la Edad Media la armonía no dispuso de los 7 acordes de las 7 notas, sino de 6. El 7º acorde, el poseedor del tritono maldito, el llamado Locrio por antiguos griegos, fue sepultado y olvidado.

Tras varios siglos, en el Barroco, se relajó la prohibición y se empezó a permitir su uso, siempre sujeto a una estricta normativa. Era simplemente un acorde de paso, para dar colorido, pero nunca pudo ocupar un sonido protagonista o central.
El tritono no se usó plenamente hasta el Romanticismo, donde múltiples autores de música clásica moderna (Vivaldi, Beethoven o Debussy) lo rescataron para poder recrear ciertas atmósferas. Y es que el romanticismo trajo consigo la música programática, música que representaba una escena, imagen o estado de ánimo. Y el tritono tenía mucho que representar, sobre todo en cuanto a lo que a estados de ánimo se refiere. Sin embargo, la mayoría de las obras que lo utilizaban no se alejaban de la temática demoníaca, como la Sonata a Dante de Franz Liszt o El ocaso de los dioses de Richard Wagner.
En la música moderna, uno de los géneros donde más se encuentra el tritono y donde menos se advierte su oscuro pasado es en el Jazz. Como música de permanente contraste entre tensión y relajación, el tritono es una herramienta fundamental que se usa con gran frecuencia. El Blues, como género ajeno a las prohibiciones y cercano a la oscuridad y al sufrimiento y en íntimo contacto con el Jazz, ha sido otro gran refugio para el tritono. Tenemos un claro ejemplo en la nota que se añade a la escala pentatónica para formar la escala de blues denominada “blue note” correspondiente a nuestro intervalo diabólico. La blue note es la nota que da la expresividad característica del blues. En el heavy metal el tritono o blue note es usado con mayor frecuencia.